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del incendio

me secuestro contigo amordazado en el sótano tápame la boca, a veces muerdo tu hielo en mi espalda las yemas de mis dedos son hierro fundido en torno a un recuerdo y tiemblo en tus brazos y finjo en silencio qué demonios me estás haciendo me llevas de vuelta a casa como a un niño pequeño tiritando de frío vomito las cenizas escondidas entre mis dientes y me inmolo por dentro apagando tu recuerdo para que no vuelvas a encenderte incendiando a tu paso mis cicatrices recuerda que fuiste pólvora desde el instante en que me viste y decidiste jugar con mis heridas no podré florecer para ti ni fingir otra vez el verano yo no puedo acabar con tu invierno quiero dejar de querer así quiero dejar de gritar por dentro.

catedrales

he construido para ti monumentos inquebrantables donde esconder mis miedos pensé que encontrando la luz la sombra acostada entre nosotros no podría tocarme el primer día que te vi plantaste flores en mis labios que tardaron años en florecer en mi cuerpo ahora estéril recreaste el milagro de la vida para luego arrebatarla construí para ti castillos de arena y mármol donde tengo prohibida la entrada el destierro ahora sabe a sal que alimenta las raíces puedes quemar los restos de las pesadillas que me dejaste aprendí que padecemos de la misma enfermedad perseguimos la luz porque no sabemos ver en la oscuridad

mandarinas

tus defectos están rellenos de gelatina y aunque son áridos y difíciles de tragar los puedo morder y se vuelven dulces como mandarinas

un nudo

llego a casa y eres un pequeño enredo en una esquina de tu cama. estás mojado. yo, que a veces soy de trapo, te envuelvo entre mis brazos. como intentando secarte. como si tuviera la solución. he aprendido con los años que yo no soy nadie para curarte, que no soy esa persona. lo he entendido tarde, pero lo he entendido. y por eso te dejo ahí, en la esquina de tu cama, mojado, igual que te encontré. buscando la manera de sentirme menos enfermo, cruzando los dedos para que todo se acabe pronto, deseando en todos los idiomas que al final del día todo esté bien. no quiero ver la máscara, quiero ver tu tristeza, compartirla, derretirla. pero tu tristeza no es para mí. sales, guardándote en la neutralidad de las acciones cotidianas. vas a dar una vuelta. necesitas estar solo. yo te digo adiós, también neutro. tengo la deferencia de esperar a que cierres la puerta, antes de hacerme un nudo en mi esquina del sofá y ahogarme en mis propios incendios.

La Fiesta

Ya se ha acabado la fiesta. La luz de la mañana ilumina lentamente restos de vasos y cuerpos vacíos. Nos levantamos con las caras desencajadas, mirando alrededor sin lograr ubicarnos. No recuerdo casi nada, y casi nada es más que suficiente para ponerme nervioso. En este baño diminuto, nos observamos sedientos mientras tratamos de eliminar de nuestra piel esas manchas invisibles, que perduran hasta que aprendamos a afrontarlas. Una vez perdido el miedo, no hay droga más dura que el afirmativo incondicional. Los que no sabemos volver, sentados y rotos, bendecimos la mesa. Este es mi cuerpo, ya sabéis lo qué hacer.

las plantas

no sé cuando pasó quise hacerlo lo mejor posible y me salió todo mal quise cuidarte y ser imprescindible y abrazar tus espinas olvidando que a veces puedes matar las plantas si las riegas demasiado

molotov

que alguien venga a decirme lo que tengo que hacer y haré de tripas corazón me levanto de esta tumba que llamo guarida y lo hago, kamikaze me inmolaría de 365 formas si con eso asegurara tu firmeza pero lo que a ti te bombea en el pecho no es un corazón lo que late en tu cuerpo es un cóctel molotov me quito de en medio si encajas la bala o me das la pistola no quiero ser protagonista ya sé que no es mi historia bórrame bórrame b ó r r a m e